El riego por goteo, llamado también riego localizado, es una forma excelente de irrigar todo tipo de plantas. Conocido también como riego ‘gota a gota’, tiene un uso profesional en explotaciones agrícolas pequeñas, medianas y grandes. Su funcionamiento se basa en un sistema de tuberías y emisores por el que el agua se infiltra en el suelo, irrigando la zona de influencia radicular. En el ámbito doméstico, en el caso de que tengamos una segunda residencia que no podamos atender con tanta asiduidad, o que nos tomemos unos días de vacaciones, permitirá que conservemos nuestras plantas vivas.

Plantas con riego por goteo

Las herramientas que necesitamos para realizar la instalación del circuito son sencillas de encontrar en el mercado. No es un proceso de gran complicación, aunque conviene conocer bien los pasos para no cometer errores. Lo que necesitaremos para instalar un sistema de riego por goteo será un tubo de distribución y varios goteros (en función de la extensión), un programador y materiales como un reductor de presión, piezas de acoplamiento de mangueras, una llave para insertar las conexiones de los ramales de derivación de agua al tubo principal y una abrazadera de remate especial para mangueras.

 

Proceso de instalación

1. Acoplamiento. Acoplamos el programador, que será el encargado de regular el paso del agua, al grifo por el que se suministrará el agua a la instalación. El grifo permanecerá abierto, por lo que conviene asegurarnos de que la junta de unión está en perfectas condiciones.

2. Reductor de presión. Unimos el programador a uno de los dos extremos del tubo de distribución de agua. A continuación colocamos un reductor de presión y una pieza de acoplamiento de manguera. Tenemos que tener en cuenta cuál es la longitud de manguera que vamos a emplear para el riego, ya que seccionaremos los tubos más finos, que son los que llevarán el agua al gotero de la maceta desde el tubo central.

3. Ramales. Introducimos las conexiones de los pequeños ramales de derivación de agua en el tubo principal.

4. Goteros. Es el momento de meter los propios goteros en la tierra. La intención es que el agua llegue hasta la raíz de cada planta, por lo que lo ubicaremos a su lado, para que nada se desperdicie. Una abrazadera de remate especial para mangueras nos ayudará a que se produzcan perdidas. Hay que colocarla en el extremo del tubo.

5. Programación. El último paso es el de la programación de la irrigación. Es el momento en el que determinamos el momento preciso en el que queremos que comience el riego y cuál es la duración que tendrá éste.

El riego por goteo permite automatizar todo el sistema de riego, lo que supone un importante ahorro en mano de obra. Además, el control de las dosis de aplicación es más fácil y completo, ya que depende solo de nuestra programación. Una de las ventajas de este tipo de irrigación frente a otras es que, al ir directa a la planta, reduce la evaporación del agua. También disminuye la aparición de malas hierbas en las zonas no regadas, tiene una adaptación más fácil en terrenos irregulares, rocosos o con pendientes pronunciadas y admite el uso de aguas más salinas que otros sistemas, como el de superficie y el de aspersión.

Por último, facilita el aporte controlado de nutrientes junto con el agua. Las perdidas por lixiviación se minimizan y, al tratarse de una programación, es posible modificar en cualquier momento la proporción de abono suministrado.

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